En la jornada dedicada al ajedrez, la ONU destaca que si bien la pandemia de COVID-19 ha limitado la práctica de muchos deportes, este antiguo juego de intelecto ha demostrado una notable resistencia y adaptabilidad durante meses de confinamiento.
El ajedrez, uno de los juegos más antiguos del mundo, combina elementos del deporte, el razonamiento científico y el arte. En la actualidad unos 605 millones de personas lo juegan regularmente y se estima que el 70% de la población adulta de muchos países lo ha jugado en algún momento de su vida.
Al celebrar este marte el Día Mundial del Ajedrez, la ONU afirmó que este juego puede contribuir a la creación de un entorno de tolerancia entre los pueblos y las naciones porque promueve la justicia, la equidad, la inclusión y el respeto mutuo, además de que en este momento tiene un papel relevante para la salud mental, que ha sufrido mucho estrés durante la pandemia.
La historia ha mostrado que los juegos y los deportes ayudan a la humanidad a sobrevivir en tiempos de crisis al reducir la ansiedad.
Poder de convocatoria
En el caso de la emergencia del coronavirus la mayoría de las actividades deportivas y de juego se limitaron, especialmente si se practican en equipo. El ajedrez, en cambio, ha mostrado una notable resistencia y adaptabilidad, así como un poder de convocatoria muy fuerte durante la pandemia.
Los datos demuestran que durante los últimos meses se ha duplicado el interés general en este juego, con más gente que nunca participando en eventos de ajedrez en línea.
El ajedrez se puede jugar en cualquier lugar y todos pueden acceder a él ya que es asequible e inclusivo y trasciende las barreras del idioma, la edad, el género, la capacidad física y el estatus social.
Se trata de un juego que apoya la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible ya que promueve la educación, la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas.
El deporte, las artes y la actividad física tienen el poder de cambiar las percepciones y los prejuicios, además de que rompen las barreras raciales y políticas, luchan contra la discriminación y desactivan los conflictos.
En este sentido, la ONU considera que estas disciplinas contribuyen a la paz, la cooperación, la solidaridad y la salud a nivel local, regional e internacional.