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Analizan la terapia de plasma como opción de tratamiento para COVID-19

#CIENCIA|  Esta es la corte más grande del mundo evaluada para los resultados relacionados con la transfusión de plasma
México.- La terapia de plasma podría ser una opción de tratamiento segura y sin efectos secundarios adversos para personas con enfermedad grave por COVID-19, según un estudio publicado en el American Journal of Pathology.

Estos primeros resultados fueron revisados por pares y mostraron que 19 de 25 pacientes mejoraron con el tratamiento, de ellos 11 fueron dados de alta. Hasta ahora, esta es la corte más grande del mundo evaluada para los resultados relacionados con la transfusión de plasma.

“Mientras que los científicos médicos de todo el mundo se apresuraron a probar nuevos medicamentos y tratamientos contra el virus COVID-19, la terapia con suero convaleciente surgió como una de las estrategias más prometedoras”, dijo el líder del estudio, James Musser.

Para la investigación, los pacientes fueron tratados por primera vez bajo las pautas de uso de emergencia de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Posteriormente, el ensayo se abrió a más personas.

Los resultados de la terapia de plasma fueron similares a los publicados con personas tratadas con el medicamento antiviral Remdesivir. Además, las complicaciones observadas eran consistentes con la progresión de COVID-19 y no eran resultado de las transfusiones.

Finalmente, aunque la terapia de plasma convaleciente administrada en primera línea en Houston Methodist se implementó para el tratamiento de emergencia, los autores del estudio reconocen la necesidad de realizar ensayos clínicos controlados para determinar su eficacia terapéutica.

En la actualidad, se está considerando un ensayo controlado aleatorio, en el que se analicen variables como el momento de la transfusión después del inicio de los síntomas, el número y volumen de transfusiones ajustadas para la biometría del paciente y los niveles de anticuerpos.

Este enfoque terapéutico se remonta al menos a 1918 para combatir la gripe española y, más recientemente, se utilizó con cierto éxito durante la pandemia de SARS de 2003, la de influenza H1N1 de 2009 y el brote de ébola de 2015 en África.

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