Este año, el INAH podría hallar el barco SS Sacramento, construido en 1864, en Nueva York, y hundido en 1872
Bajo el azul intenso del mar de Ensenada, en el litoral del Pacífico norte de México, en Baja California, la superficie arenosa y profunda guarda una inmensa cápsula del tiempo con historias intactas de barcos de diferentes épocas y latitudes que, mientras navegaban por esas aguas de múltiples corrientes, fueron enviados por algún accidente al fondo marino.
Este año, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descenderá varios metros tras los pecios, a través del primer proyecto de arqueología subacuática que trabajará en las costas de Baja California. La Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH considera que, en el arrecife Sacramento, ubicado en el Rosario, podría haber hasta cinco embarcaciones históricas hundidas.
El proyecto “Inventario Arqueológico de Pecios de los siglos XIX y XX en el Pacífico Mexicano”, impulsado por la Secretaría de Cultura federal, a través del INAH, la SAS y el Centro INAH Baja California, capitaneado por la arqueóloga subacuática Mariana Piña Cetina, registrará embarcaciones de diversas naciones que daten de ambas centurias, y que yazcan bajo aguas nacionales en las costas de Baja California.
“Entre finales de mayo e inicios de junio de 2024, iniciaremos el inventario con énfasis en dos puntos de alto potencial arqueológico: las islas Todos Santos, en la bahía de Ensenada, y en el arrecife Sacramento, en la bahía del Rosario, luego de haberse realizado exploraciones iniciales durante 2021 y 2022, y de percatarnos de la necesidad de explorarlos por su riqueza para la investigación”, explica la especialista adscrita a la SAS.
“La investigación histórica y documental que realizamos habitualmente, nos lleva proponer que en el arrecife Sacramento podemos hallar hasta cinco barcos de diferentes nacionalidades, del siglo XIX o principios del XX”, añade Piña Cetina al explicar que, en 2021, recibieron el reporte de pescadores del lugar sobre la existencia de una vasija. “Enseguida, el INAH realizó una visita de reconocimiento y encontró, al menos, dos contextos arqueológicos que podrían pertenecer a barcos diferentes”.
Es un área que presenta obstáculos únicos, lo que requiere una temporada completa de exploración, debido a las corrientes, los sedimentos y las dificultades para llegar a los lugares de buceo en el arrecife, advierte la investigadora, quien confía en la estrecha relación con la comunidad de pescadores para llevar el proyecto a buen puerto.
Aunque entre 2016-2019 y 2021, la SAS ha registrado de manera esporádica pecios en esta región del país, ahora este proyecto utilizará estrategias y técnicas arqueológicas de vanguardia, como el uso de sistemas de información geográfica y el registro mediante fotogrametría. Así como la evaluación y posteriores recomendaciones de la conservación y/o restauración de los bienes que se lleguen a registrar.
Finalmente, y debido a las dinámicas sociales que tienen lugar en los litorales del Pacífico mexicano, la iniciativa pugna por la colaboración con las comunidades locales, así como la difusión en estas, en el resto del país y en foros internacionales, de los resultados obtenidos. “Se busca la protección y apropiación responsable y sustentable de los contextos por parte de las poblaciones aledañas”, señala.
El arrecife Sacramento fue bautizado con ese nombre luego del naufragio, en diciembre de 1872, del SS Sacramento, un sidewheeler, construido en 1864, en Nueva York. Hacía viajes regulares de carga y pasaje, de Nueva York a San Francisco, California, para lo cual rodeaba hasta el Estrecho de Magallanes, en el sur del continente. Es una de las naves que la SAS podría localizar este año, a solo cinco metros de profundidad: “De mayor peligro, pues ahí justamente hay muchas corrientes”, dice Piña Cetina.
La ubicación geográfica de Baja California, la colocó, en los siglos XIX y XX como paso obligado de las embarcaciones, que durante más de 300 años se enfrentaron a una ruta de islas, arrecifes, bajos de arena y otros elementos de la geografía única de la península.
Los barcos podían sondear en las cercanías y eso propició también un sitio ideal para la caza de lobos marinos y otros animales que fueron comercializados por los balleneros norteamericanos, canadienses e, incluso, rusos, con una presencia importante en la costa norte de México.
En lo referente a la Bahía de Todos Santos: “En 2022, el buzo José Sierra avisó de la presencia de un barco hundido en la bahía de Ensenada. La SAS hizo el reconocimiento y se ubicó en un contexto específico, a 35 o 37 metros de profundidad. Lo que nos llama la atención es que, de acuerdo con él, se trata de un barco de construcción mixta con madera local. En esta temporada pretendemos registrarlo, ver de qué nación es, a qué venía y toda la información que podamos recuperar de su contexto”, finaliza la experta.