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Deja Manuel Felguérez su impronta en el INAH

#CULURA| Pintor y escultor, pionero del arte abstracto en México, creó la celosía en forma de serpientes, el mural Tierra Quemada y el tzompantli geométrico, obras que realzan al Museo Nacional de Antropología

MEXICO. Pintor, escultor, escenógrafo, pionero del arte abstracto en México, amante de la arqueología y uno de los artistas visuales más influyentes del siglo XX y XXI en Latinoamérica, Manuel Felguérez (1928-2020) emprendió el camino al Mictlan, legando su impronta palpable en su abundante producción plástica, resultado de una intensa trayectoria de más de 60 años.

La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lamenta el sensible fallecimiento de este artista de vanguardia, quien diseminó su obra por diversos confines del mundo; partió de este mundo a los 91 años.

Manuel Felguérez fue invitado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez para participar en la creación del que sería el nuevo Museo el Nacional de Antropología (MNA), en el Bosque de Chapultepec, cuando era un joven pintor que ya había desplegado su creatividad en los murales escultóricos que realizó en el Cine Diana (1961) y el relieve Canto al Océano (1963) en el Deportivo Bahía.

En entrevista a propósito de la instalación de su gran tzomplantli geométrico, en 2014, Felguérez destacó que tales antecedentes sirvieron para que Ramírez Vázquez le pidiera que hiciera la celosía que rodea la parte alta del MNA, en el patio central.

“Él quería que dicho espacio tuviera una reminiscencia maya, entonces elegí algo sencillo porque había poco tiempo para ejecutarlo, un juego óptico de serpientes que parecen ascender y descender. Tendría unos 36 años y para mí era un logro importante que a esa edad me invitaran a hacer la celosía de aluminio en forma de serpientes que realza las vidrieras de las salas etnográficas, en la parte superior del museo”, explicó en aquel momento.

Pero la relación entre el artista zacatecano y el INAH no inició con su participación en la construcción del emblemático recinto de la institución. En alguna ocasión, relató, de pequeño conoció la Piedra del Sol e, incluso, tomó clases de arqueología en la antigua sede del museo, en la calle Moneda N° 13, donde dibujaba “figuritas”, en alusión a la cerámica antropomorfa.

En 2006, Como parte de su vínculo con el MNA, en la Sala Culturas del Norte, el artista plástico también creo el mural Tierra Quemada, en el cual evocó el clima desértico de la Zona Arqueológica La Quemada, en su natal Zacatecas.

Cincuenta años después de su colaboración en la creación de la celosía del Museo Nacional de Antropología, Felguérez dotó a este Monumento Artístico de una nueva obra escultórica conceptual: un gran tzompantli geométrico y moderno, de más de 400 metros.

La alegoría a la dualidad de la vida y la muerte que caracterizó a los pueblos prehispánicos, es plasmada en el Muro de Calaveras, obra escultórica hecha en acero al carbón, la cual delimita el perímetro del MNA, desde el lado de la avenida Reforma hasta la altura del monolito de Tláloc. Su elaboración, respetuosa del paisaje natural del bosque, inició en 2009 y concluyó en 2014, en el marco de la celebración por el medio siglo del recinto museístico.

En esa conmemoración, Felguérez explicó que para el interior del MNA, en 1964, eligió la figura de la serpiente, como símbolo de vida para todas las culturas de Mesoamérica; en tanto, en el exterior optó por el cráneo, por su alusión a la muerte.

En dicha entrevista confesó su gusto por la arqueología, dado su interés por el campo y la exploración, así como su predilección a leer al respecto. En sus exploraciones, la ciudad prehispánica de Tulum, en Quintana Roo, fue la que más le impactó.

Sus obras dialogan en el prodigioso Museo Nacional de Antropología, donde habitan el arte de la ruptura con la Escuela Mexicana de Pintura, el surrealismo y las vanguardias, a través de sus reflexiones sobre la identidad indígena y la historia prehispánica.

Manuel Felguérez, artista indispensable de la Generación de la Ruptura, cuyas técnicas creativas iban de la pintura a la escultura, del grabado al dibujo, incluso, echando mano de la escenografía, fue un creador inquieto, siempre en la búsqueda de nuevos caminos para expresarse.

Nació el 12 de diciembre de 1928, en Valparaíso, Zacatecas. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1948, dos años más tarde, incursionó en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. También se formó en París, entre 1944 y 1955.

Impartió clases en la Universidad Iberoamericana, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, y fue profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, de esa misma casa de estudios. En los años setenta fue invitado compartir sus conocimientos en instituciones educativas como la Universidad de Harvard, entre otras.

En 1988, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes; y en 1993, fue designado creador emérito por el Sistema Nacional de Creadores de Arte de México. Su creatividad se plasmó en poco más de 30 murales y esculturas repartidas en México y diversos lugares del mundo. Zacatecas es la sede, desde 1988, del Museo de Arte Abstracto, Manuel Felguérez, único en su género en el continente.

El auditorio nacional lamenta la muerte del artista plástico Manuel Felguérez

Integrante fundamental de la Generación de la ruptura, el escultor y pintor, destacó por su estilo ligado al constructivismo y expresionismo. Fotografía: Acervo Auditorio Nacional. Foto: Fernando Aceves.

El Auditorio Nacional lamenta profundamente el fallecimiento del artista zacatecano Manuel Felguérez (1928-2020), destacado exponente del arte abstracto en el mundo y figura imprescindible en el arte contemporáneo mexicano.

Integrante fundamental de la Generación de la ruptura que marcó el arte nacional a partir de los años 50, el escultor y pintor, destacó por su estilo ligado al constructivismo y expresionismo, y recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes y la Medalla Bellas Artes en 2016 por sus 70 años de trayectoria.

Realizó estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Academia de San Carlos, de la UNAM (1948), la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (1951), así como en las parisinas Academia de la Grande Chaumière (1944-1959) y Academia Colarossi (1954-1955), gracias a una beca del gobierno francés, donde trabajó con el escultor galo de origen ruso Ossip Zadkine, quien se desarrolló en el cubismo y se convirtió en una de las mayores influencias de Felguérez.

Ubicada en el lado poniente del vestíbulo del Auditorio Nacional, la monumental escultura  Teorema inmóvil de Manuel Felguérez, forma parte de su colección artística. Comisionado para conmemorar los 50 años del recinto capitalino, este mural escultórico abstracto de 28 toneladas peso, tiene una dimensión de 16 metros de largo por seis de alto.

Su título, según explicó el propio artista en entrevista ”hace referencia por un lado al teorema, el cual se traduce como ecuación matemática que se demuestra a sí misma. Aquí es una ecuación trasladada y expresada en geometría; y es su exactitud y su alarde de estar ‘volada’ en el muro lo que exige un cálculo exacto. Por eso se llama teorema y por su apellido de inmóvil aspira a ser una obra permanente en su tiempo y en su espacio”. (La Jornada, 25 de septiembre de 2002).

“Es un sueño cumplido el que la escultura se muestre en un espacio óptimo, gracias a la espléndida arquitectura de Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky”, expresó el artista durante la inauguración de la obra.

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