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No mandes tus cartas a los Reyes Magos en globos por esta razón

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En muchas partes del mundo, y también en México, desde hace aproximadamente una década se adoptó la costumbre antiecológica de enviar esas cartas enganchadas a los globos

Se acerca el 6 de enero y los Reyes Magos se alistan para llevar juguetes y otras cosas a donde los niños les indiquen en las cartas que les escriben con gran alegría.

Durante muchos, muchos años, cada 5 de enero  los niños dejaban esas cartas dentro de sus zapatos y, a la mañana siguiente, encontraban a un lado de la cama o bajo el árbol de Navidad juguetes, ropa, mochilas o lo que hubieran pedido.

Sin embargo, en muchas partes del mundo, y también en México, desde hace aproximadamente una década se adoptó la costumbre antiecológica de enviar esas cartas enganchadas a los globos que se sueltan con hilos y otros plásticos que también acabarán contaminando el medio ambiente para que, a través del viento, lleguen a los Reyes Magos. Una acción divertida, pero que causa graves daños a la fauna.

Un artículo de la revista Nature, citado por el portal ecocosas.com, indica que las aves marinas tienen 32 veces más probabilidades de morir por ingerir un globo que por ingerir otros tipos de plásticos duros como las piezas de lego, o los controvertidos popotes. Explica que aunque los globos representan sólo el 2% de todos los plásticos ingeridos por las aves marinas, son responsables del 42% de las muertes relacionadas con el plástico.

Los globos dañan enormemente al medio ambiente y a la biodiversidad porque están hechos de poliuretano, polímeros sintéticos, como el teraftalato de polietileno (PET), de microfoil o poliamida, o de látex. Pero no sólo por eso, sino también porque contienen químicos.

De mayor ligereza, los globos de poliamida, microfoil, mylar o metálicos, que son de brillantes colores y formas, se pueden inflar con aire, pero lo más común es que se inflen con helio, para lo cual tienen una válvula. Así se pueden desplazar hasta 3 mil kilómetros en un día, por lo que alcanzan a cruzar océanos o continentes, se elevan sobre las montañas y quedan atrapados en los altos follajes de los árboles de selvas o bosques.

Los colores y propiedades que reúnen estos materiales son verdaderamente atractivos y nos produce euforia verlos elevarse y desplazarse llevados por el viento hasta perderse en el infinito. Se calcula que se pueden elevar hasta 10 kilómetros, pero ¿qué pasa después? ¿Desaparecen así nada más? ¿Mágicamente se pierden en el cielo?

Diferentes estudiosos de esta actividad han encontrado qué pasa con los globos antes y después de ser lanzados por los aires. Veamos.

– El color, textura, resistencia y durabilidad que los fabricantes le dan a los globos de poliuretano, PET o látex u otros materiales, los aportan productos químicos como el amoniaco, el tiuram y el óxido de zinc.

-Un globo de poliuretano tarda 450 años en degradarse y uno de látex de tres a cinco meses, o años si caen en el agua, pero al contener químicos dañan con ellos suelos o agua, y un globo metálico estará más tiempo inflado y tardará en consecuencia más tiempo en degradarse.

– Si bien en pocos segundos desaparecen de nuestra vista cuando los soltamos, los globos caen hasta miles de kilómetros de distancia después e impactan los ecosistemas y la biodiversidad, principalmente a la fauna. Además, estos artefactos pueden obstaculizar la ruta de vuelo de las aves, y sus patas u otras partes del cuerpo suelen enredarse en los hilos con que los globos se sujetan, sobre todo cuando caen sobre los árboles.

– Si llegan a los suelos, estos reciben los tóxicos que liberan los globos durante el tiempo que tardan en degradarse, incluso los de caucho, que son los más inocuos, y al descomponerse en micropartículas permean la superficie y se infiltran hasta llegar al mar.

– Por ser mayor la capa de agua que cubre el planeta, es muy factible que los globos caigan en alguna laguna, lago, río o mar, donde peces, tortugas o mamíferos acuáticos los engullen al confundirlos con algas, medusas, peces u otros alimentos, y esos especímenes mueren asfixiados, o por inanición, porque se obstruye su tracto digestivo.

En conclusión, los globos no son el medio idóneo para que las cartas lleguen a los Reyes Magos. Evita enviarlos por esa vía para que en un futuro podamos conservar a las especies de la biodiversidad marina o terrestre y evitemos también para ellas una muerte dolorosa.

Una buena opción es enviar tu carta por el Servicio Postal Mexicano/ Correos de México que “para alegrar los corazones de miles de niñas y niños instaló buzones navideños en 337 oficinas postales en las principales ciudades de las 32 entidades federativas para recibir todas las cartas dirigidas a Santa Claus y a los Reyes Magos”.

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