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Ante esta complicada situación, que afecta especialmente a los grupos que se enfrentan a la discriminación, la pobreza, la exclusión social y las condiciones adversas de vida y de trabajo, la Organización Mundial de la Salud formuló este martes cinco llamamientos para actuar urgentemente con el fin de mejorar la salud de todas las personas.
Acelerar el acceso equitativo a la tecnología relacionada con la COVID-19 entre países y en cada uno de ellos
El organismo destaca que, tras el rápido desarrollo y aprobación de las vacunas contra la enfermedad, el siguiente desafío es garantizar su acceso a todas las personas que las necesitan.
Para lograrlo destaca como “fundamental” el apoyo al mecanismo COVAX, la iniciativa global en la que participa la ONU y que trabaja con los gobiernos y las empresas farmacéuticas para garantizar que las vacunas contra el COVID-19 estén disponibles en todo el mundo, tanto para los países de ingresos altos como para los de ingresos bajos, que espera llegar durante los próximos días a cien países y economías.
Aunque está no es la única condición, también son vitales productos básicos como el oxígeno médico, los equipos de protección personal, pruebas de diagnóstico y medicamentos seguros, así como los mecanismos para distribuir de forma justa todos estos productos dentro de las fronteras nacionales.
Al mismo tiempo destacó que, el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT), que busca establecer pruebas y tratamientos para cientos de millones de personas en países de ingresos bajos y medios todavía necesita 22.100 millones de dólares para suministrar estas herramientas vitales allí donde se necesitan desesperadamente.
📌 Mayor inversión en atención primaria
Al menos la mitad de la población mundial sigue sin acceso a los servicios sanitarios esenciales; más de 800 millones de personas gastan al menos el 10 por ciento de sus ingresos familiares en atención sanitaria, y esos gastos conducen a la pobreza a casi 100 millones de personas cada año.
A medida que los países avanzan en el combate al coronavirus será vital evitar recortes en el gasto público en salud y otros sectores sociales. Es probable que tales recortes aumenten las dificultades de los grupos ya desfavorecidos, debiliten el rendimiento del sistema sanitario, crezcan los riesgos para la salud, aumenten la presión fiscal en el futuro y socaven los logros del desarrollo.
En cambio, los gobiernos deberían cumplir el objetivo recomendado por la Organización de gastar un 1 por ciento adicional del PIB en atención primaria. Los datos de la Organización revelan que los sistemas de salud orientados hacia ese tipo de cuidado han producido sistemáticamente mejores resultados sanitarios, mayor equidad y eficiencia.
De ampliarse las intervenciones de atención primaria en los países de ingresos bajos y medios se podría salvar 60 millones de vidas y aumentar la esperanza de vida media en 3,7 años para 2030.
Los gobiernos también deben reducir el déficit mundial de 18 millones de trabajadores sanitarios necesarios para lograr la cobertura sanitaria universal en 2030.
📌 Priorizar la salud y la protección social
En muchos países la COVID-19 ha causado graves repercusiones socioeconómicas superiores al impacto del virus en la salud pública, tales como la pérdida de puestos de trabajo, el aumento de la pobreza, problemas educativos y dificultades en la alimentación.
Algunos países ya han puesto en marcha planes de protección social para mitigar estos efectos negativos y han iniciado un diálogo sobre cómo seguir prestando apoyo a las comunidades y las personas en el futuro.
Pero muchos todavía se enfrentan a dificultades para encontrar los recursos necesarios para llevar a cabo acciones concretas. Será vital garantizar que estas valiosas inversiones tengan el mayor impacto en los más necesitados, y que las comunidades desfavorecidas participen en la planificación y ejecución de los programas.
📌 Construir comunidades seguras, sanas e inclusivas
La Organización destaca como elementos clave para todo el mundo el acceso a una vivienda saludable, en barrios seguros, con servicios educativos y recreativos adecuados, pero recuerda que el 80 por ciento de la población mundial vive en condiciones de extrema pobreza se encuentra en zonas rurales.
Actualmente, 8 de cada 10 personas que carecen de servicios básicos de agua potable viven en zonas rurales, al igual que 7 de cada 10 personas que carecen de servicios básicos de saneamiento.
Por ello, es importante intensificar los esfuerzos para que las comunidades rurales dispongan de servicios sanitarios y otros servicios sociales básicos (incluidos el agua y el saneamiento), junto a una urgente mayor inversión económica en medios de vida sostenibles y un mejor acceso a las tecnologías digitales.
📌 Potenciar los sistemas de datos y la información sanitaria
Disponer de un mayor número de datos actualizados y de calidad clasificados por sexo, riqueza, educación, etnia, raza, género y lugar de residencia es clave para averiguar dónde existen desigualdades y abordarlas.
El seguimiento de las desigualdades en materia de salud debería formar parte de todos los sistemas nacionales de información sanitaria.
Una reciente evaluación mundial de la OMS muestra que sólo el 51 por ciento de los países han incluido el desglose de datos en sus informes de estadísticas sanitarias nacionales.
El estado de salud de estos diversos grupos suele quedar enmascarado cuando se utilizan promedios nacionales. Además, a menudo son las personas vulnerables, pobres o discriminadas las que tienen más probabilidades de no figurar en los datos.
“Ahora es el momento de invertir en salud como un motor para el desarrollo”, afirmó Tedros. “No tenemos que elegir entre mejorar la salud pública, construir sociedades sostenibles, garantizar la seguridad alimentaria y una nutrición adecuada, hacer frente al cambio climático y tener economías locales prósperas. Todos estos objetivos vitales van de la mano”.