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AMLO: El egocentrismo desde el Palacio

La Santa Inquisición

 

Por Juan El Inquisidor

 

En el siglo 17, por allá de 1616, estuve a punto de ponerle el dedo capital a Galileo Galilei por heliocentrista; hoy, más de 400 años después, al que estoy a punto de mandar al tribunal de esta Santa Inquisición es Andrés Manuel López Obrador por defender la teoría “amlocentrista” en las misas mañaneras.

 

Y es que la mente de AMLO es rebuscada y rebuscona, pues en su cabeza se hace un mix interminable de temas que trascidenden en la agenda pública nacional y que siente que todos y cada uno le pegan a él.

 

Hace un par de días, le tocó al dizque debate que protagonizaron los tres suspirantes a la Presidencia de la República. Y no, no fue que haya señalamientos incómodos y predecibles contra su querubín Claudia Sheinbaum, que el reloj no funcionara bien o que su protegida haya ganado el ejercicio democrático. No, el tema fue lo incómodas que resultaron las preguntas para su gobierno.

 

Habría que explicarle al Mandatario dos cosas esenciales. Uno, los ciudadanos y los periodistas (los que sí se han hecho en este oficio y no los paleros de cualquier sexenio), debemos ser incómodos y críticos, independientemente del color de partido que gobierne. Dos, debe aprender a qué saco ponerse, cuál quitarse y qué otro necesita una buena remendadita.

 

Esta Santa Inquisición, imparcial como siempre, solo le dice al Presidente que la corrupción sigue a lo máximo que la corrupción no disminuyó, al contrario, se elevó. Según el Índice de Percepción de Corrupción 2023 de Transparencia Internacional, México se estancó en el puesto 126 de 180 países evaluados.

 

Si le molesta a AMLO que muchos ciudadanos (menos los Epigmenios, Vicentes, Hernanes, etc.) pensemos que el sistema de salud tuvo un franco retroceso y que hoy está peor que como lo dejó Enrique Peña Nieto, pues creo que quien tiene un problema de percepción y honestidad personal es justamente el Presidente, quien, de cara a las elecciones, menos reconocerá el fracaso que significó su administración en temas de salud, seguridad y educación.

 

Dicho esto, ¿lo deberá juzgar esta Santa Inquisición por “Amlocentrista”?

 

Lili Téllez y la raja política absurda

A quien definitivamente se le tiene que juzgar es a la Senadora Lili Téllez. No, no son sus ideales políticos, mucho menos ese Rosario que se carga y que en “mis tiempos” le hubiera acarreado más de un problema. No, querida lectora y lector, en realidad es por querer sacarle raja política a todo lo que AMLO hace, dice, respira, reacciona, convoca, deja de convocar, etcétera.

 

Como dirían en México, a Lili Téllez nada le gusta y mucho menos le parece. La más reciente habladuría de la Senadora panista fue ofrecerle disculpas al Presidente ecuatoriano Daniel Noboa, por haber pretendido darle asilo al ex Vicepresidente de aquel país, Jorge Glas.

 

Aunque todas, todos y todes sabemos que AMLO sí se ha ganado el título del “bully de Latinoamérica” y que había hecho declaraciones sumamente imprudentes o desafortunadas contra el gobierno de Noboa, la realidad es que la policía ecuatoriana actuó con todo, menos con estricto apego al derecho internacional del que ellos y México forman parte.

 

Nada puede justificar la irrupción ilegítima de un país a una embajada. Ni siquiera dictadores como Augusto Pinochet o Jorge Rafael Videla se atrevieron a violar la soberanía de las embajadas de países como México o España que acogieron a miles de disidentes durante los oscuros años 70 en Latinoamérica.

 

Una cosa es la aversión política que se le pueda tener al gobierno de López Obrador, Enrique Peña Nieto o Felipe Calderón (digo, ya que están tan de moda) y otra muy diferente la violación flagrante de una soberanía sin recurrir siquiera a los métodos diplomáticos más adecuados para entablar un diálogo.

 

No Senadora, el problema no es AMLO o sus bravuconerías, el problema en realidad fue la pésima decisión que tomó Noboa al amparo de que no querían que se les fuera alguien que, cuando solicitó asilo, ni siquiera tenía veredicto condenatorio en su contra. Como siempre con Téllez, habló también de más de algo que sinceramente era innecesario.

 

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