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Opinión Frontal

De Peso Pluma, corridos tumbados y la SEP

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Por: Ricardo Sánchez García

Es sabido que la niñez y la juventud es la mejor etapa de la vida de una persona para aprender hábitos, desarrollar habilidades y adquirir las principales influencias que le van a marcar en la vida.
También es sabido que las personas estamos rodeados de nuestras circunstancias que determinan en gran parte lo que somos y lo que seremos de adultos o personas maduras.

Pese a lo anterior y a que en documentos de la Secretaría de Educación Pública se señala como objetivo de la educación artística “la formación integral de las y los alumnos de educación básica favoreciendo la creatividad y sensibilidad estética”, medios de comunicación y redes sociales insisten en que esta es obligación de la familia.
Dolosamente afirman que son padre y madre quienes deberían inculcarles “mejores prácticas culturales y musicales” a los menores, como si fuera el único ámbito de influencia que estos tienen.

Peor aún, instancias educativas, legisladores y gobernadores hoy están hablando de prohibición, restricción y limitación en el uso de los espacios virtuales para la difusión de los corridos tumbados y otros géneros que consideran peligrosos, poco nutritivos y hasta denigrantes de la dignidad humana.
No es la primera vez que pretender hacer uso del veto como mecanismo para detener una ola que ya se encuentra instalada y no han aprendido que con ello lograrán despertar mayor interés social.

Quienes hacen esta fácil lectura y opinión de banqueta son movidos por el clasismo, etiquetan con simpleza lo que es buena y mala música o por lo menos, se mueven por los gustos e influencias que recibieron en su infancia, sin recordar quizá, que también sus géneros fueron altamente criticados en el pasado.
Pero aún peor, las autoridades que se han sumado a estas críticas, no son capaces de reconocer su fracaso educativo. Mucho menos reconocerán que están muy lejos de lograr sus propósitos y por supuesto, tampoco tienen un plan integral a futuro para cumplir su función.
Las instituciones educativas han abandonado la educación artística, como muestra, en las secundarias de todo el país enseñan por generaciones las mismas melodías con flauta de pan, sea “noche de paz”, “el cóndor pasa” o “las mañanitas”, sin profundizar en temas como ritmo, armonía y melodía. Tampoco es posible que niñas y niños aprendan solfeo cuando los sindicatos y funcionarios acreditaron como maestros de artísticas a personas sin el perfil para ello.

La educación artística no está orientada, durante décadas, hacia la apreciación musical profunda y a desarrollar la creatividad. Por supuesto, la SEP y las instituciones estatales y municipales no han invertido en infraestructura y tampoco le dan relevancia a esa materia, considerándola de relleno, asignando los peores horarios y reduciendo la carga académica en el rubro. Cosa similar sucede con la educación física.
En nuestro país existen personas con excelentes cualidades artísticas, pero se enfrentan a la negativa, de facto, por carencia de condiciones institucionales que fomenten, detecten, impulsen y eleven la pre disposición natural.
Cuando un artista sobresale, en cualquier género, es por esfuerzo propio y mérito familiar, con las circunstancias adversas y favorables que les rodean.
A los creativos que consideran hacer música de otro nivel, con mayores argumentos musicales, les digo, deben reconocerse privilegiados de haber recibido educación musical académica.
Han criticado la cumbia, pero no la han dignificado. Han despreciado la música norteña, pero no se han atrevido a elaborar nuevas letras o melodías. Se han limitado a eliminar de su playlist los géneros que no les son afines, pero no los han estudiado, pues la arrogancia les impide descubrir algún punto de aportación, tampoco realizan descripción cultural complejas. A eso también se le llama ceguera axiológica.
Hasta para describir se necesitan elementos de análisis académico, eliminar prejuicios y una capacidad de observación sin estigmatización previa.
En cambio, existen investigaciones que nos enseñan el origen de los instrumentos musicales, el camino histórico y geográfico que recorrieron para instalarse en cada región de nuestro país, explican las influencias en la forma de vestir, el uso de un vocabulario específico y el énfasis en las letras de corridos, plagados de arrebatos, delincuencia y excesos.
Otra reflexión que no hemos incluido en las críticas es el secuestro cultural que durante años obligó a creativos desde los 70s a esforzarse en las periferias y sin recursos para plasmar sus obras. Disqueras, televisoras, radiodifusoras, locutores y programadores fueron quienes decidieron lo que era digno o no de ser escuchado, todo cruzado por un mecanismo de enriquecimiento para unos cuántos en prejuicio de la sociedad.
Las autoridades educativas deben asumir su responsabilidad en el fracaso de la educación artística y cultural y replantear a profundidad el sistema educativo caótico que hoy mal sostienen.

Ricardo Sánchez García
Centro Samuel Ruiz de Derechos Humanos A.C.
Contacto 4441 30 5851 @RicSanchezGa

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