Por Juan El Inquisidor
El debate entre los suspirantes a la Presidencia de la República pasa hoy al banquillo de esta Inquisición, por varias razones, la principal por haber sido todo, menos lo que en realidad debió ser: un intercambio de ideas, propuestas y soluciones a un país que arde, es corrupto y le hace falta agua.
En esencia fue echarse una mala película un viernes por la noche, donde el inicio promete algo muy bueno, a media película la trama es tan aburrida que abres tu celular y al final te arrepientes de no haberte mejor dormido.
El encuentro, moderado por Denise Maerker y Manuel López San Martín, tuvo todo menos la esencia misma de un debate. No escuchamos ideas contrastantes y mucho menos propuestas innovadoras. En realidad, vimos una guerra de tuits en vivo, con errores de reloj y unos conductores que, para mí, fueron las auténticas figuras rescatables.
No vimos un encuentro donde habláramos de forma objetiva de lo que está bien y lo que está pésimo de este y los gobiernos anteriores. Tuvimos la misma diatriba de Redes Sociales de Xóchitl Gálvez contra Claudia Sheinbaum; a la morenista defendiéndose con esquelitas al estilo López Obrador y un Jorge Álvarez Máynez con una sonrisa desesperante y hablando temas que ni de cerca conoce o entiende (la Inteligencia Artificial es uno de ellos).
Gálvez se veía tensa. Acartonada. Distrayéndose en apuntes regados por doquier, en lugar de centrarse en su oponente a vencer y en las actitudes que tuvo durante el debate. Ejemplo: querer llevar la conversación hacia donde ella quiso y no hacia donde estaba previamente estipulado.
El mote que le acuñó Xóchitl a Claudia de “La dama de hielo” al final jugó más a favor de la Sheinbaum que en su contra. Escuchó primero y analizó si le convenía o no entrar en el juego de la candidata y candidato oponentes. No se desgastó en aclarar lo que con un post puede hacer. Claro, esto no la exime de haber mostrado su lado más autoritario y menos crítico hacia un sistema del que ella misma proviene; fue evidente que sí le molesta que le digan que es una copia mal hecha de Andrés Manuel López Obrador.
Álvarez Máynez quizá fue la cereza del pastel mal hecho por el INE. Todas, todos y todes sabemos lo que la Inteligencia Artificial puede hacer, ¿pero en realidad cree el candidato “fosfo fosfo” que puede predecir de qué nos vamos a enfermar los mexicanos para tener la farmacia bien surtida? ¿En verdad piensa que Dante Delgado, el Presidente de su partido, no es parte de la vieja política de la que acusó a Sheinbaum y Gálvez? Esa miopía política es grave.
Dicho todo lo anterior, ¿quién ganó este primer debate? Hay que ser justos en decir que la más preparada: Claudia Sheinbaum. Estuvo serena, inmutable, apegada al guión que le hicieron (o quizá ella misma hizo) y sin sobresaltos. Con el suficiente temple para no perder la paciencia en momentos complejos. Organizada en sus apuntes y estructurada en sus respuestas.
Los grandes perdedores fuimos nosotros, como votantes, como ajenos a cualquier partido político que buscamos la mejor opción para un país dividido y que ayer se mostró así.
PREGUNTA DE LA SEMANA
Para ti, ¿quién ganó este primer debate y quién lo perdió?
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