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Opinión Frontal

Responsabilidad democrática electoral

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Durante el proceso electoral que se encuentra en curso y estamos viviendo su intensidad, nuevamente se observan signos de una enorme apatía por parte de los ciudadano respecto a las y los candidatos que están haciendo campaña por conquistar su voto; de nuevo se observa que los ciudadanos desconfían de las propuestas y reclaman que, como suele ocurrir,  sólo cada tres años tocan a sus puertas los futuros representantes populares. El conjunto de promesas que sólo se ofrecen en periodos electorales, ya sea para presidencias municipales o por la gubernatura, y que suele ser el único momento en el que se preocupan por las personas votantes, han desvirtuado enormemente la imagen del político y de la política.

Gobernar es desde luego una tarea complicada, sobre todo para el poder ejecutivo, ya que el triunfador de una elección debe cumplir con la oferta propuesta durante la campaña, y normalmente ocurre que no existen los suficientes recursos financieros disponibles para llevar a cabo todo lo prometido. Lo anterior se complica aún más porque los recursos gubernamentales de los estados, además de las aportaciones federales, depende de la recaudación que realicen, lo cual depende a su vez de las capacidades técnicas y humanas, pero sobre todo normativas, para incrementar sus ingresos. Una forma de resolver dicha insuficiencia presupuestal, es llevar a cabo una reforma fiscal, pero nadie se compromete a realizarla por que disminuiría su aceptación y seguramente afectaría su aprobación electoral.

Frente a este panorama resulta fundamental que a la hora de conocer las ofertas de los candidatos, examinemos o cuestionemos cómo se llevarán a cabo dichos planes; en este sentido no basta con aceptar las frases de las campañas, si no exigir que expongan todos factores que permitan que las propuestas sean alcanzables (objetivos, metas, calendarios para el corto, mediano y largo plazo, entre otros) y con ello estar conscientes de por quién estamos votando.  La responsabilidad democrática se ejerce al votar por el candidato, por el que creamos que tiene la capacidad de solucionar las problemáticas de nuestros entornos y realidades, el que sea; ejercer nuestro derecho al voto y hacer valer la democracia es esencial para tener mejores gobiernos.

Lo mejor sería que en un futuro cercano, llegáramos al punto en el que los candidatos no puedan comprar el voto, mucho menos a cambio de las necesidades básicas, sino realmente proponer planes alcanzables y ofertas medibles, con ello tendríamos mejores estados, municipios, ciudades, y sobre todo un mejor país para todos.

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Crónica de un futuro robado y un triunfo pospuesto

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