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Prevé el Pnuma catástrofe mayor si se relega al cambio climático

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#ECOLOGÍA | La recuperación económica debe contemplar soluciones basadas en la naturaleza

Nairobi: Si los planes de recuperación económica no consideran a la emergencia climática, se empujará a América Latina y el Caribe a una situación con efectos aún más dramáticos que los causados por la COVID-19, advierte el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Señala que los planes de recuperación económica requerirán grandes cantidades de recursos, lo que aumentará la deuda de la región. Además, con los efectos actuales y previstos del cambio climático, como sequías, inundaciones, huracanes, pérdidas en la producción agrícola, pérdidas de energía y exposición a un aumento de las pandemias, entre otros, la capacidad de la mayoría de los países para responder a las crisis ambientales se verá gravemente disminuida.

En este contexto, estima que nunca ha sido tan importante hacer que las estrategias de respuesta sean diferentes de los planes de recuperación económica vistos hasta ahora.

La incorporación de soluciones sostenibles y “a prueba del clima” nunca ha sido más necesaria que ahora para mejorar la resiliencia de las sociedades y estar preparados de la mejor manera posible para el futuro, por lo que los países deberían integrar la sostenibilidad en sus planes de recuperación post-COVID-19.

Para alcanzar el objetivo, el Pnuma describe las oportunidades de integrar cinco áreas clave, con la capacidad de generar un crecimiento económico sustancial y millones de empleos decentes.

Garantizar un aire limpio y mejor salud a través de la movilidad eléctrica, toda vez que estas tecnologías apoyan la seguridad energética, reduciendo la dependencia de terceros y contribuyendo a la creación de empleo y la dinamización económica.

Estima que la región crearía hasta 35 millones de empleos adicionales para 2050 al pasar a una matriz energética totalmente renovable, que requerirá una inversión sustancialmente menor que la basada en combustibles fósiles, lo que dará lugar a reducciones de 283 mil millones de dólares.

El transporte es responsable de cerca de la mitad de la contaminación atmosférica en las ciudades de la región, y un cambio hacia la movilidad eléctrica mejoraría la calidad del aire y aumentaría la resiliencia a la pandemia y a eventuales episodios sanitarios.

Esta transición también sería estratégica para modernizar la producción regional de vehículos y fomentar nuevas cadenas de valor en el sector automotor, como el cobalto o el litio.

Un escenario de electrificación del 100 por ciento del transporte en la región para 2050 reduciría la demanda total de energía en casi 2 mil millones de barriles de petróleo, equivalentes al consumo anual de Canadá.

Por otro lado, reducir gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles, ya que en la región representaron casi el 2 por ciento del PIB anual en 2011- 2013; el 1 por ciento del PIB para el combustible y el 0.8 por ciento del PIB para la electricidad.

La reciente caída de los precios del petróleo presenta una oportunidad para eliminar gradualmente los subsidios y reorientarlos hacia tecnologías de cero emisiones, como las renovables no convencionales, disponibles en la región, más competitivas que los combustibles fósiles y crean más empleos. Asimismo, crear un impuesto sobre las emisiones de carbono aumentaría los ingresos del estado y aceleraría el despliegue de tecnologías de cero o bajas emisiones.

Considera el Pnuma que la tendencia a la disminución del rendimiento de los principales cultivos pone en peligro la producción de alimentos, y está asociada a la disminución de la disponibilidad de agua y al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.

Menciona que se deben hacer intervenciones nacionales rentables para asegurar el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, aumentando la capacidad de controlar los brotes de enfermedades mediante la regulación natural gracias a la mejora de la biodiversidad y el aumento de la competencia entre las especies plaga en los sistemas productivos, al tiempo que se garantiza el empleo, los beneficios económicos y el acceso al agua.

“Las soluciones basadas en la naturaleza son extremadamente rentables para ayudar a los ecosistemas a producir servicios para el desarrollo económico de las poblaciones locales, permitiéndoles hacer frente a los efectos del cambio climático y las enfermedades”, prosigue.

Finalmente sugiere conseguir ciudades más resilientes, ya que la expansión urbana sobre los ecosistemas ha aumentado la capacidad de propagación de virus dada la falta de control biológico sobre las especies.

“Las soluciones basadas en la naturaleza hacen que las ciudades sean más resilientes, mejoran la salud de los ciudadanos y crean empleos”, señala.

Acciones prioritarias podrían ser mejorar la conectividad entre las ciudades y hábitats, como los senderos naturales; paisajismo urbano para el distanciamiento social, y la repoblación forestal en los centros urbanos.

Asimismo, crear humedales artificiales para el tratamiento de aguas residuales; pavimentos permeables para aumentar la infiltración y reducir las inundaciones y la pérdida de agua.

Finaliza el Pnuma que “la infraestructura a prueba del clima y resiliente tiene sentido económicamente, ya que los beneficios superan a los costos en una proporción de cuatro a uno”.

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