El crecimiento poblacional o el aumento en el número de personas que viven en un lugar ha aumentado en los últimos años
El planeta tierra es un lugar único por lo menos en nuestro sistema solar, más allá de Plutón lo que conocemos es aún incipiente. Este punto azul pálido como lo describió el famoso científico estadounidense Carl Sagan alberga unos 2 millones de especies, pero se cree que pueden haber más de 9 millones de especies esperando a ser descritas y conviviendo con nosotros la especie Homo sapiens o como se ha llamado el “hombre inteligente”. Sin embargo, el crecimiento poblacional de nuestra especie y el desproporcionado uso de recursos naturales ha puesto en apuros la subsistencia de nuestra propia especie, así como de las demás especies que habitan este punto azul pálido que flota en un rincón de nuestra galaxia llamada vía láctea.
El crecimiento poblacional o el aumento en el número de personas que viven en un lugar ha aumentado en los últimos años. Se cree que para el 2050 seremos más de 9 billones de humanos viviendo en un territorio finito, es decir que no aumenta con el paso del tiempo. Esto sin lugar a duda pone en evidencia un problema de escala planetaria: ¿Cómo alimentar a una población humana que crece cada vez más y que requiere más recursos como alimentos, agua y energía, sin afectar la biodiversidad y sus importantes servicios que provee a los ecosistemas?, lo que al final de cuentas repercute en nuestro propio futuro como especie dominante.
Responder esta pregunta es uno de los principales retos que enfrenta la humanidad actualmente. Para esto se han propuesto diversos métodos que pueden ir desde tratar de conservar las áreas naturales existentes y promover la creación de nuevas áreas marinas y terrestres destinadas a la conservación, hasta proponer nuevos métodos de producción. Justamente algunos de estos métodos proponen intensificar sustentablemente las tierras ya existentes y destinadas a la producción de alimentos, mientras se establecen leyes más estrictas que promuevan la conservación de ambientes naturales. Intensificar sustentablemente, busca limitar la cantidad de impactos negativos que la producción de alimentos, agua y energía generan actualmente (como son contaminación de aguas y suelos, deforestación entre otros), mientras se evita continuar expandiendo la frontera agrícola, con el fin de evitar producir más a expensas de los pocos ambientes naturales que se conservan actualmente.
Esta podría ser una estrategia exitosa, sin embargo, las dinámicas entre humanos, naturaleza y sistemas productivos es mucho más compleja. No podemos olvidar que existen comunidades que han hecho uso tradicional de sus territorios desde hace cientos e incluso miles de años. Estas estrategias de manejo tradicional, aunque en escalas más pequeñas han demostrado ser exitosas para conservar la naturaleza. Este conocimiento tradicional ha favorecido la masificación de otras alternativas de producción como son la implementación de métodos de agricultura no convencional (e.j. agricultura orgánica, métodos silvopastoriles que mezclan árboles, potreros y ganado) que promueven un balance entre conservar y producir, mientras favorece pequeños agricultores, estimula la agricultura familiar y en el final de las cuentas aumenta la soberanía alimentaria, que es el derecho que tienen todos los pueblos a decidir cómo producen, comercializan y consumen la comida. Esto evita una única propuesta extractivista como promueven los actuales modelos de producción intensiva.
Estas alternativas están tomando auge en todo el planeta y parecen ser alternativas que mezcladas con la conservación y restauración de áreas naturales puede ayudar a disminuir los costos ambientales en la producción de nuestros alimentos. No obstante, se ha descrito que uno de los principales problemas ambientales justamente es el exceso en nuestro uso de recursos naturales, agua y energía. Nosotros como especie dominante en este planeta tenemos un compromiso a largo plazo y es justamente garantizar recursos tanto para otras generaciones venideras como para las otras especies que conviven en nuestro planeta finito. Infelizmente los modelos de producción y el estilo de vida actual promueven políticas de usar y desechar, así como aumentar la disponibilidad de recursos con una tremenda desigualdad. Los países más industrializados consumen más energía de la que necesitan y aunado a una débil política ambiental y social en los países más biodiversos genera un cocktail que no garantiza una distribución equitativa, justa y regulada de los recursos naturales.
Actualmente las comunidades rurales, urbanas, comunidad científica y tomadores de decisiones trabajamos en diseñar e implementar paisajes sustentables que favorezcan la producción de alimentos y energía, mientras se disminuyen los impactos negativos sobre la salud del hombre y el medio ambiente. No obstante, se ha planteado que para lograr un efectivo balance entre conservar y producir se requiere cambios en los estilos de vida de las personas, principalmente en las ciudades donde el consumo de alimentos y energía es generalmente desproporcionado y desigual. Garantizar el acceso de agua, energía y alimentos para todos requiere la integración de gobierno, ciudadanos, productores y consumidores.
Supongo que, al finalizar esta lectura, muchos quedamos con la pregunta sobre ¿qué podemos hacer en una escala tan pequeña como nuestra casa para contribuir en mejorar esta problemática? Justamente poner cuidado a lo que colocamos en nuestro plato puede ayudar mucho. Tener huertas urbanas y composta en nuestra casa es una iniciativa promisoria. También comer menos carnes rojas puede ser una buena iniciativa, pues recordemos que justamente la producción intensiva no sustentable de ganado está entre uno de los principales causantes de la deforestación en regiones tropicales, así como el aumento de gases de efecto invernadero, que al final de cuentas son los causantes de calentar nuestro planeta y derretir los casquetes glaciares en lo polos. Entonces conocer si nuestros productos se producen localmente o vienen de grandes empresas productoras puede ser una buena alternativa. De igual manera apoyar alternativas de producción local es una buena estrategia. Finalmente entender que si no cambiamos nuestras formas de consumo y no comenzamos a preocuparnos sobre las distintas problemáticas ambientales que afectan nuestro entorno donde vivimos puede promover graves problemas ambientales sin retorno en las próximas décadas.