MaríJo Banda Zermeño
La pregunta me la hice una y otra vez después de saber que de forma definitiva mi partido, Morena, tendría que postular a una mujer por la sentencia del Tribunal Electoral para que exista la paridad de género en las elecciones de 15 estados para el proceso electoral 2021 (7 mujeres y 8 hombres).
Con franqueza debo admitir que me generó mucha inquietud y miedo; a mi mente llegaron las innumerables ocasiones en las que he participado en diversos procesos electorales, ya fuera apoyando o buscando una candidatura. Pero algo era distinto en esta ocasión, sólo podríamos competir mujeres; eso era lo distinto, pero ¿Qué me esperaba?
Desde mi punto de vista, la idea de una mujer gobernadora es impensable en un estado como San Luis Potosí. Mi estado vive atrapado, además de otros males sociales y políticos, en una cultura política machista y misógina; se piensa en general, que las mujeres sólo deben dedicarse a lo que tradicionalmente se llama “el papel de la mujer”.
Mi experiencia en la política me permite afirmar, como todo mundo lo piensa o se lo imagina, que se requiere mucho dinero para intentar participar en una precampaña o campaña, aunque se tengan las mejores ideas y el reconocimiento de la gente, es muy difícil saltar las condiciones que impone el apoyo de los grupos con recursos.
Para hacer política como mujer, se tiene que ir en contra de muchas cuestiones que personalmente no comparto, por ejemplo, en todo momento se exige una presencia artificial, una sonrisa forzada e inmersa en ambientes ajenos a la realidad social de mí estado.
Quienes como yo, hemos recorrido los municipios, colonias y comunidades del estado, donde reina y no se oculta la pobreza, resulta desgarrador que te sientas obligada a aparecer en imágenes llenas de agradecimiento y solicitud de apoyo; en el fondo se trata de la fantasía de la política, la cual desaparece una vez que se designa al ganador o ganadora.
Además, pensaba que sería imposible sumar a los grupos e individuos en el estado; con claridad un compañero de otra ciudad me decía que en el estado persiste una lucha sin descanso de todos contra todos.
Mi partido Morena, se ha convertido en un grupo de personas que buscan obtener algún beneficio aún y a costa de afectar a otros militantes, lo que los guía es el beneficio inmediato, así sea por unos cuantos frijoles, jamás se ha intentado crear una verdadera organización partidista que tenga los mismos objetivos y comparta valores y principios .
Estos pensamientos sin control y sin dudas, me afectaban profundamente y me hacían dudar de siquiera pensar en registrarme. Mis compañeros me insistían en que me inscribiera, yo duda por todas las cuestiones que he relatado, sin embargo también pensaba que no debía despreciar los espacios que con tanta lucha habían logrado obtener otras compañeras a lo largo de los años; cómo no tener pena y quejarme más adelante, si mis miedos me estaban paralizando.
Pensé que mi vida ha sido la política y la búsqueda de un mayor beneficio social para la gente más pobre; también que en muchas ocasiones he sido víctima de la discriminación, de la subestimación y de la exclusión simplemente por ser mujer; pensé que a pesar de tener todo en contra, debía de mostrar mi espíritu de lucha, de mi fe y esperanza en el proyecto del presidente, y, sobre todo, pensar que en el futuro las mujeres puedan participar en la política en mejores condiciones.
La política deja muchas heridas, rompe amistades, motiva traiciones, pero también permite pensar en la gente, en sus necesidades y en proponer soluciones a la corrupción y a la pobreza vergonzosa que existe en San Luis Potosí. La política también es honestidad, honorabilidad, suma y búsqueda del beneficio común.
Suceda lo que suceda en la contienda interna y con los otros partidos, yo trabajaré para tener un mejor partido, una mujer gobernadora y una renovación de las condiciones de la mujer en mi estado.