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¡Se cayó la torre! Así fue el momento cuando en Rioverde vieron caer parte de la Iglesia

Muchos todavía recuerdan aquel incidente que ocurrió en 1976 cuando se derrumbó una de las torres y que provocó pánico y tristeza entre sus habitantes

EL 15 de Diciembre de 1976, apenas pasadas las 5 de la tarde se escucha un ruido sordo, fuerte, estremecedor y en breves instantes una nube de polvo cubrió varias cuadras adyacentes a la Iglesia de Santa Catarina, su torre se sentó sobre sí misma, en ese frío día en el que la noticia nos sacó de la comodidad de nuestras casas, corríamos por las calles como hormigas, uno gritando y otros llorando encaminados al mismo lugar, la iglesia parroquial.

¡Se cayó la torre! Era la exclamación general, una hermosa y alta torre de 60 metros de altura, que tenía 205 años, hecha de piedra con mezcla que se alcanzaba a ver desde todo el valle, su cruz azul nos guiaba desde el llano y era un referente al llegar a Rioverde, aunque estaba un tanto inclinada hacia el Norte, había estado de esa manera desde que tengo recuerdo.

Mi Esposo José Antonio Hernández Morales que por entonces era mi novio y nos casaríamos el siguiente febrero, pasaba por la calle de Allende, me llamó por teléfono, al darse cuenta de lo que sucedió ya que más o menos a esa hora iba a comprar jícama con mi amiga Chayo Núñez precisamente frente a la torre, en nuestro camino al trabajo, preocupado porque yo hubiera estado allí, es quien me da la noticia, pero afortunadamente esa tarde estaba yo enferma y no fui a trabajar y mi amiga no compró su jícama, porque se le hacía tarde. Excuso decir que enferma y todo salí junto con mis padres corriendo, a ver con gran pesar lo que había ocurrido y a esperar con zozobra que habría debajo de los escombros, la torre solo cobró la vida de un pequeño, gracias a Dios no pasó a mayores.

Tuvo que llegar el Ejército a acordonar la zona y fue entonces que llegaron trascabos, buldóceres, maquinaria pesada y camiones que fueron prestados por particulares, la residencia de la SOP (Secretaría de Obras Públicas, de las compañías mineras de fluorita.

El atrio del templo quedó totalmente destrozado con las toneladas de piedra que le cayeron encima y entre los escombros quedaron solo pedazos del reloj centenario que nos daba la hora todos los días, los sacerdotes el Padre Ernesto Huerta y el Padre Crescencio López Alonso sufren un tremendo shock, lo mismo que todo el pueblo que lloraba ante los montones de piedra del derrumbe.

Los 4 albañiles que pintaban la torre de la iglesia, sin tocar el lado norte en donde estaban las 7 grietas del campanario, deciden bajar con puntualidad inglesa de a las 5 en punto y esto seguramente fue lo que les salvó la vida.

Después se reconstruye por medio de un patronato, pero ya no queda de la misma altura.

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