#CULTURA| Su obra no sólo fue reconocida en su natal país, sino que se extendió por diversos países hasta convertirse en una de las más representativas de América Latina
México.— Hace 85 años inició la vida de Roque Dalton, en El Salvador, un poeta que por su ideología y su compromiso social y las causas justas no alcanzaría a cumplir los 40 años, pues fue asesinado pocos días antes de llegar a las cuatro décadas.
Aunque su padre no estuvo presente, sí financió sus estudios. La mayor parte de su infancia transcurrió en colegios religiosos y su interés por los problemas sociales lo condujo a estudiar la carrera de Derecho. Alrededor de 1953 viajó a Chile, donde, se dice, un encuentro con Diego Rivera lo llevó adentrarse en el marxismo.
De esta manera conoció el comunismo y comenzó a dejar el catolicismo de lado. De regreso en El Salvador se afilió al Partido Comunista, lo que le generó conflictos que finalmente motivaron que se exiliara de su tierra.
Luego de viajar por algunos países, el poeta se estableció en Cuba, lugar en el que conoció a artistas como Silvio Rodríguez y líderes revolucionarios como Fidel Castro. Los motivos por los cuales decidió abandonar la isla caribeña no son claros; lo cierto es que en 1973 volvió clandestinamente a El Salvador y se unió al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Un par de años después compañeros de guerrilla de Roque Dalton lo arrestaron por causas desconocidas y el 10 de mayo de 1975 lo asesinaron. Esto trajo como consecuencia una serie de rompimientos dentro del mismo movimiento. Hasta hace pocos años las autoridades empezaron a esclarecer los hechos del crimen del poeta.
La obra de Roque Dalton no sólo fue reconocida en su natal país, sino que se extendió por diversos países hasta convertirse en una de las más representativas de América Latina. Julio Cortázar llegó a afirmar: “Roque es para mí el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literaria y la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de connaturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino”.