En el mundo, las ciudades son los centros de actividad económica donde se generan empleos y una gran movilidad social, además de producir más de 70 por ciento de las emisiones contaminantes globales al ambiente. Se calcula que en 2030, 90 por ciento de los mexicanos vivirán en ellas.
Se espera que las consecuencias entre las interacciones entre el cambio climático, el efecto de isla de calor urbano y la contaminación del aire aumenten el riesgo de mala salud humana en las ciudades a mediados del siglo XXI, advirtió Verónica Patraca Dibildox, líder de proyecto en Greenpeace México.
Invitada al seminario permanente “Ciudades sostenibles ante el cambio climático”, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) y el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), ambos de la UNAM, la ambientalista señaló: en las grandes urbes habita actualmente 55 por ciento de la población mundial.
Advirtió que, hoy más que nunca, es crucial cambiar el sistema de producción y consumo convencional para frenar la crisis climática. “Es necesario que se establezcan y cumplan políticas que defiendan la calidad del aire, los espacios urbanos, una movilidad más allá del automóvil y un sistema de alimentación sostenible y local para conseguir ciudades seguras, justas, resilientes y sostenibles en el tiempo”, resumió.
En estos lugares hay sobreconsumo, y los ritmos de extracción y de generación de desperdicio han rebasado la capacidad de los ecosistemas para conservar la base de la vida en la Tierra.
Patraca Dibildox explicó que los impactos ambientales están vinculados al modelo tradicional de consumo masivo y se distribuyen de manera desigual entre las naciones y la población. “El 10 por ciento de las personas con mayor ingreso a nivel mundial son responsables del 25 al 43 por ciento del impacto ambiental”.
En México, el sobreconsumo es alto. El Buen Fin y las fiestas decembrinas son las dos temporadas más importantes en términos de consumo en el país. “En poco más de 50 años cada mexicano pasó de tener un crédito ecológico de alrededor de dos hectáreas globales, a un déficit de 1.4 hectáreas globales”, señaló.
La ambientalista consideró que en 2018 el costo económico que se tuvo que asumir por los daños ambientales fue equivalente a 4.3 por ciento del Producto Interno Bruto.
Además, México forma parte de los países que más produce y vierte plásticos al océano, mientras su capacidad de reciclaje de un solo uso es de menos de nueve por ciento, detalló.
Ante este panorama, Greenpeace México propone acciones y trabajo colaborativo de las organizaciones sociales, como la socialización de experiencias y estilos de vida distintos que exploren alternativas de consumo autogestivas y locales, la instalación de mercados locales, de huertos urbanos, así como la reparación, reducción y reutilización de ropa, envases y todo tipo de productos.
Patraca Dibildox resaltó que el autotransporte representa el sector más contaminante en México, el cual genera la cuarta parte de las emisiones de efecto invernadero. “La mayoría de la extensión del espacio público favorece al automóvil, que es usado por menos del 30 por ciento de la ciudadanía”.
Sin embargo, en nuestro país nueve mil 300 muertes anuales están asociadas a la contaminación del aire, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como acciones y trabajo colaborativo en este rubro, Greenpeace y varias organizaciones civiles realizaron monitoreos ciudadanos de calidad del aire en siete de las zonas metropolitanas más contaminadas de la nación; instalaron 11 monitores de calidad del aire en escuelas y participaron en la actualización de cinco Normas Oficiales Mexicanas, algunas de las cuales se han homologado con las recomendaciones de la OMS.
https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2021_770.html