En medio de la pandemia, las naciones que poseen armas nucleares decidieron renovar y aumentar sus reservas nucleares, dinero que pudo ser invertido en el desarrollo y distribución de vacunas en el mundo contra la COVID-19, afirma Jans Fromow Guerra, académico e investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El también vicepresidente de la organización internacional Physicians for the Prevention of Nuclear War (IPPNW), galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1985, precisa: en 2020 los nueve países poseedores de armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Francia, Pakistán, India, Corea del Norte e Israel) invirtieron 72 mil 600 millones de dólares en su mantenimiento y fabricación, lo que representa un incremento de mil 400 millones de dólares, respecto a 2019.
“En un par de años hemos aprendido que la disrupción global que tenemos por la COVID-19, absoluta en salud y que ha tocado los sistemas económicos, es nada comparado con la disrupción que habría con el uso más pequeño de armas nucleares entre dos países”, enfatiza.
El oftalmólogo recuerda que luego de su uso en 1945 en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, Japón, durante la Segunda Guerra Mundial, quedó claro que las armas nucleares son herramientas genocidas porque están dirigidas a la población civil, no a otros ejércitos, y su utilización más pequeña afecta a todos.
Con motivo del Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares –que se conmemora el 26 de septiembre–, el experto de la UNAM detalla que su producción tiene poco sentido porque se ha demostrado tiempo atrás que poseerlas no previene o limita la generación de conflictos armados.
“Es irracional, un sin sentido y no entender. No hay ningún argumento básico, legal o legítimo de los productores de armas nucleares que en el fondo no lleve un interés económico”, considera.
En su sitio de internet, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destaca que lograr el desarme nuclear en el mundo es uno de sus objetivos más antiguos, pues fue el propósito de la primera resolución aprobada por su Asamblea General en 1946, luego de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, reconoce que hoy en día existen aproximadamente 13 mil 80 armas nucleares y quienes las poseen tienen programas a largo plazo de modernización de sus arsenales.
El Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares fue establecido por la Asamblea General de la ONU en 2013 como una exigencia para el urgente desarme y su prohibición, posesión, desarrollo, producción, adquisición, ensayo, almacenamiento, transferencia o la amenaza de uso.
Fromow Guerra recuerda que la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por sus siglas en inglés), organización a la que también pertenece y que ganó el Nobel de la Paz en 2017, realizó un ejercicio para saber cuánto dinero se invierte en armamento nuclear por minuto y la cifra ascendía a 138 mil dólares por minuto.
“Cuando tenemos que pensar en cómo tener mejores alimentos, sistemas de salud o vacunas, gastamos una cantidad verdaderamente obscena de dinero en instrumentos de muerte. Esta cantidad representa casi 138 mil dólares por minuto que se tiran a la basura”, refiere el universitario.
Gasto millonario
En 2010, añade, se realizó el estudio “What the World wants?” (Qué quiere el mundo), el cual puso en la balanza lo que se gastaba en armas en el orbe, y de eso qué porcentaje podría ser usado para alcanzar los Objetivos del Milenio; el resultado fue sorprendente:
Ese año se invirtió en armamento militar (incluyendo el nuclear) un trillón de dólares y menos de uno por ciento de ese gasto fue equivalente al dinero total que se utilizó en el mundo en 10 años para erradicar el sarampión, acota Fromow Guerra.
Además, se calculó que para estabilizar la población en el mundo se necesitaban 10.5 billones de dólares; eliminar la malnutrición y la hambruna, 19 billones de dólares; erradicar el analfabetismo, cinco billones; proveer techo para personas que no tienen casa, 21 billones de dólares; y para proveer servicios de salud básicos, 15 billones de dólares.
Asimismo, para retirar la deuda de países en desarrollo, 30 billones de dólares; dotar de agua limpia y segura, 50 billones de dólares; suministrar energía limpia y eficiente a todo el mundo, 33 billones de dólares; evitar la erosión de los suelos, así como el calentamiento global, 24 billones de dólares y ocho billones de dólares, respectivamente.
“Es decir, utilizando una cuarta parte de lo que se gasta en armas y gasto militar en un solo año resuelve los problemas más importantes y prioritarios de todo el mundo”, enfatiza Fromow Guerra.
Acciones concretas
Afortunadamente, subraya, no todo está perdido, pues este año se logró pasar las 50 ratificaciones del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, iniciativa que surgió a partir de debates promovidos por naciones como México, Irlanda, Nigeria y Austria en 2017, las cuales desde Naciones Unidas dieron lugar a ese acuerdo.
Adicionalmente, la IPPNW (Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear) realiza esfuerzos para que los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte se sumen al acuerdo, sobre todo aquellos que no son directos poseedores de armas nucleares, pero permiten en su territorio la presencia de éstas.
En marzo de 2022 se realizará la primera reunión de estados signatarios del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares y se invita a la sociedad civil a sumarse con la campaña Cities appeal; es decir, que ciudades se adhieran al acuerdo, como Estocolmo y Oslo.
Otra línea de trabajo importante es el llamado “Don’t bank on the bomb” (No banquemos a la bomba) campaña de ICAN que rastrea los fondos globales de inversiones donde están ahorros de grupos de trabajadores, los cuales en numerosas ocasiones son invertidos en acciones ligadas a empresas que participan en la producción de armas nucleares.
Se logró que los más grandes fondos de pensiones de retiro de Holanda ABP y el de Francia BNP Paribas dejaran de invertir en las compañías que las producen, concluye Fromow Guerra.
Con información de la UNAM