Se complica la identificación de los cuerpos de migrantes encontrados
Han hallado a víctimas sin documentos de identidad y en un caso con un documento robado. Aldeas remotas carecen de servicio telefónico para hablar con familiares y determinar el paradero de migrantes desaparecidos. Los datos de huellas digitales deben cruzar fronteras para que los identifiquen distintos gobiernos.
Pasado más de un día desde el hallazgo en San Antonio, Texas, de decenas de migrantes muertos debido al intenso calor en el tractocamión donde los abandonaron, se ha difundido la identidad de pocas de ellas, muestra de lo difícil que es para las autoridades rastrear a la gente que cruza la frontera clandestinamente.
El miércoles, la oficina del forense del condado de Bexar, anunció dos muertes adicionales, lo que elevó la cifra total de fallecidos a 53. Dijo que 40 de las víctimas eran hombres y 13 mujeres.
Para el martes por la tarde, los forenses habían identificado de manera preliminar a 34 de las víctimas, dijo la comisionada del condado de Bexar, Rebeca Clay-Flores, representante del distrito donde quedó abandonado el camión. Faltaba confirmar esas identidades con huellas digitales u otros medios, y no había plazos para finalizar el proceso, añadió.
“Es un proceso muy tedioso, triste y difícil”, dijo la funcionaria.
Los cuerpos, descubiertos el lunes por la tarde, estaban abandonados en las afueras de San Antonio, en lo que se cree es el episodio de contrabando humano más mortífero que se conozca en la frontera entre México y Estados Unidos. Más de una docena de personas, entre ellas cuatro niños, fueron hospitalizadas. Arrestaron a tres personas.
Enormes cantidades de migrantes están llegando a Estados Unidos. Muchos de ellos corren graves riesgos al cruzar ríos caudalosos y canales y desiertos candentes. Hubo casi 240.000 detenciones de migrantes en mayo, un tercio más que hace un año.
A falta de información sobre las víctimas, familias desesperadas de migrantes mexicanos y centroamericanos tratan frenéticamente de obtener noticias de sus seres queridos.
El camión, registrado en Alamo, Texas, pero con placas y engomados falsos, trasportaba 67 migrantes, dijo Francisco Garduño, jefe del Instituto Nacional de Migración de México.
Detuvieron al conductor cuando trataba de hacerse pasar por un migrante, dijo Garduño. Hay otros dos mexicanos detenidos, añadió.
Se cree que 27 de los muertos son de origen mexicano, de acuerdo con los documentos que portaban, dijo el cónsul de México en San Antonio, Rubén Minutti. Varios sobrevivientes se hallaban en estado crítico debido a lesiones cerebrales y hemorragias internas, añadió. Unas 30 personas se acercaron al consulado en busca de información.
El Ministerio del Exterior de Guatemala dijo el martes que confirmó la identidad de dos guatemaltecos en el hospital y posiblemente había tres entre los muertos.
La cancillería hondureña dijo que cuatro personas en el camión llevaban documentos del país, e intentaba confirmar sus identidades. Su portavoz Eva Ferrufino dijo que colabora con su consulado en el sur de Texas para comparar nombres y huellas digitales.
Es un proceso laborioso que contiene trampas tales como los documentos falsificados o robados.
El secretario del Exterior de México identificó a dos personas hospitalizadas en San Antonio el martes por la mañana. Pero resultó que uno de los documentos de identidad que mostró en Twitter había sido robado el año pasado en el estado sureño de Chiapas.
Haneydi Antonio Guzmán, de 23 años, estaba vivita y coleando en una aldea de montaña a 2.092 kilómetros de San Antonio, cuando empezó a recibir mensajes de familiares y amistades. No hay servicio telefónico allá, pero ella tiene acceso a internet.
Los periodistas empezaron a aparecer en la casa de sus padres en Escuintla —la dirección en el documento de identidad robado y hallado en el camión— pensando que encontrarían a una familia acongojada.
“Es mi credencial, sí soy yo la de la credencial, pero yo no soy la persona que iba en el tráiler y que dicen que está hospitalizada”, dijo. “Mis familiares me hablaron preocupados, preguntando que dónde estaba, ya les dije que yo estaba bien, que estaba en mi casa, e hice la aclaración en mi (página de Facebook)”.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, borró el tuit que la identificaba sin hacer aclaraciones. La otra víctima hospitalizada que el funcionario identificó el martes resultó ser precisa.
En el estado de Oaxaca, en el sur de México, funcionarios municipales de San Miguel Huautla viajaron el lunes a la población de José Luis Vásquez Guzmán para buscar a la madre y trasladarla a la capital de la entidad para iniciar los trámites migratorio y lograr que pueda viajar a San Antonio para estar con él en el hospital.
Manuel Velasco López, secretario municipal de San Miguel Huautla, dijo que un primo viajaba con Vásquez Guzmán y se lo consideraba desaparecido.
Y otro primo, Alejandro López, dijo al canal Milenio que su familia trabajaba en el campo y en la construcción, y migraron porque “no tenemos otra cosa que tejer más que el sombrero, la palma y las artesanías. La siembra de maíz, trigo y frijol es lo que hacemos en esta región y eso hace que muchos de nuestros paisanos emigren y se vayan a Estados Unidos”.
Miguel Barbosa, gobernador del estado vecino de Puebla, provocó una corrida periodística a la población de Izúcar de Matamoros el martes cuando dijo públicamente que dos de los muertos eran de allí.
En ese pueblo donde abundan los migrantes, todos se preguntaban si no había amigos o vecinos entre los muertos en Texas. Circulaban rumores, pero el gobierno local dijo que no se había confirmado la presencia de gente de Izúcar entre los muertos.
Pero ir al Norte es una verdadera tradición, y la mayoría de los jóvenes al menos piensan en ello.
“Toda la juventud empieza a pensar en ir apenas cumpliendo los 18 años”, dijo el activista Carmelo Castañeda, que trabaja con la ONG Casa del Migrante. “Si no hay más visas, nuestra gente va a seguir muriendo”.
Los migrantes pagan entre 8.000 y 10.000 dólares para que los trasporten a través de la frontera, los suban a un camión y los lleven a San Antonio. Ahí pasan a vehículos más pequeños para que los lleven a sus destinos en distintas partes de Estados Unidos, dijo Craig Larrabee, agente a cargo de la división de investigaciones de Seguridad Nacional en San Antonio.
Las condiciones varían mucho, desde la cantidad de agua que les dan hasta si les permiten tener teléfonos celulares, dijo Larrabee.
El legislador estadounidense Henry Cuellar dijo a The Associated Press el miércoles que investigadores de Seguridad Nacional creen que los migrantes abordaron el camión en Laredo, dentro de Estados Unidos, pero no lo han confirmado. Dijo que el camión pasó un retén de la Patrulla Fronteriza al noreste de Laredo en la Ruta Interestatal 35 el lunes.
Antes de iniciar el trayecto de más de dos horas a San Antonio, el camión estuvo estacionado apenas al norte de la frontera, dijo Garduño.
Las autoridades creen que el camión descubierto el lunes tuvo problemas mecánicos y por eso lo abandonaron junto a una vía ferroviaria en la zona de San Antonio rodeada por desguaces de autos cerca de una autopista muy transitada, dijo el juez Nelson Wolff del condado de Bexar.
San Antonio ha sido escenario de tragedias recurrentes y desesperación en los últimos años protagonizadas por migrantes en tractocamiones.
En 2017, 10 migrantes murieron atrapados en un camión en el estacionamiento de un Walmart en San Antonio. En 2003, se hallaron los cadáveres de 19 migrantes en un camión al sureste de la ciudad. En 2018 hallaron a medio centenar de migrantes vivos en un camión conducido por un hombre que dijo que le pagarían 3.000 dólares. El conducto fue condenado a cinco años de prisión.
Otras tragedias se han registrado al sur de la frontera. En diciembre, más de 50 murieron al volcar el camión en que viajaban en el sur de México. En octubre, las autoridades mexicanas hallaron a 652 migrantes en seis camiones detenidos en un retén militar.
Durante una vigilia el martes por la noche en un parque de San Antonio, muchos de los más de 50 asistentes expresaron tristeza, impotencia y furia ante las muertes y un sistema de inmigración que consideran fallido.
En Puebla, el campesino Juan Sánchez Carrillo, de 45 años, sintió dolor al recibir la noticia de las muertes en Texas.
Él mismo se salvó de la muerte cuando junto con amigos escaparon de una docena de ladrones en las montañas de Otay Mesa cerca de San Diego. Los malhechores —que Sánchez cree estaban confabulados con los contrabandistas que lo llevaron al otro lado de la frontera— apuntaban con fusiles al grupo de 35 migrantes y amenazaban con matarlos si no les daban 1.000 dólares cada uno.
“Para los polleros, nosotros los migrantes no somos humanos”, dijo Sánchez Carrillo. “Para ellos no somos más que mercancía.”
Con información de AP